Nosotros

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Un concepto diferente de hacer turismo

Cuantas veces uno siente la necesidad de romper con las estructuras y hacer algo distinto, algo fuera de lo normal. Cuando por fin uno se anima a ser “un poco loco” y tiene además la fortuna de cruzarse con otra persona con las mismas inquietudes y falta de cordura, pueden surgir cosas maravillosas como lo que sucedió en esta historia.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Mato Grosso

Cuiabá es la capital del Estado de Mato Grosso, uno de los más extensos de Brasil. Esta ciudad, que será una de las sedes del Mundial 2014, es reconocida, aunque el tema siempre está en discusión, por ser el centro geodésico de Sudamérica. Pero lo más importante de Cuiabá no está en su centro sino en sus alrededores.
Uno de sus atractivos, es el Parque Nacional Chapada do Guimarães, una meseta que parece desprenderse como arrancada de la llanura que la rodea, donde se pueden apreciar graciosas formaciones rocosas y visitar interminables cascadas, algo muy pintoresco para conocer, junto con sus pueblos calmos que se visten de fiesta los fines de semana.
Y luego hacia el sur, uno de los destinos, a nuestro parecer, más increibles de todo esta aventura y centro del presente relato: El Pantanal.


Antes de adentrarnos en tema, vamos a mencionar como dato importante, que como toda área tropical, presenta dos estaciones bien marcadas; época de lluvia, de octubre a marzo y época seca de abril a septiembre. Con lluvias mejor quedarse en casa, ya que según nos dijeron, se inunda todo completamente y los únicos animales que se pueden ver son los mosquitos sacados de Jurassic Park. Nosotros, que tenemos tanta suerte para estas cosas (y mejor que así siga, no me lechucéen), caímos de casualidad en la mejor época, a la mitad de la temporada seca, justo para ver concentraciones de todos los animales que habitan este variado y complejo ecosistema y sin el terrible peligro de quedar a merced de los hambrientos mosquitos. Además, cuando está todo anegado, no se ven muchos animales porque se dispersan por todo el pantanal, ya que teniendo una superficie de más de 200.000 km², no se van a venir justo al lado del camino para que les saques una foto, no? Y cuando se seca todo tampoco se ve nada, porque están todos procurando conseguir los extremadamente pocos pozos de agua que aún quedan, hasta que recomienza una vez más este perfecto círculo de vida.
La transpantaneira norte, ruta de tierra que para nuestra grata sorpresa se encontraba en óptimas condiciones, recorre unos 150 km hasta la localidad de Porto Jofre, no sin antes pasar por 100 puentes de madera (a mitad de camino perdí la cuenta así que no puedo dar fe, pero eso dicen). Durante todo el trayecto uno encuentra varias haciendas con alojamiento y algunos elegantes Eco-Lodge, que además de confortables cuartos, ofrecen recorridos en camiones abiertos con guiadas, cabalgatas y navegación por los ríos. Precioso, muy bucólico, muy recomendable, además ¡qué experiencia pasar la noche en el Pantanal!. Por supuesto que existe la alternativa económica, que es dormir en la tranquila localidad de Poconé, a solo 20 km del inicio de la Transpantaneira, desde donde comenzó nuestra odisea: No hicimos más que cruzar el cartel de acceso y le digo a Carlos “– pará pará que me parece que ví un yacaré”. Efectivamente, con su cabeza apenas asomada del agua, no era muy grande, pero era mi primer yacaré ¡Qué emoción! Nos bajamos del auto para verlo mejor desde el borde del camino, ya que la ruta es bastante alta y los campos y pantanos se extienden a cada lado unos 2 metros más abajo, lo suficiente para mantenernos a salvo de aquellas feroces fauces (eso sí, a no bajar porque como no se paga entrada, la administración no se hace responsable por la pérdida de pies, manos u otras extremidades).
Cuestión que sacamos fotos, de arriba, abajo, más cerca, más lejos, super entusiasmados. En eso nos damos vuelta y del otro lado del camino había como unos 50 yacarés, todos al sol, aprovechando los primeros rayos de la mañana para calentarse, no lo podíamos creer! Y eso fue solo para arrancar. De ahí en un momento nos metemos en una huella lateral que iba hacia una estancia, con la idea de parar a la sombra de un arbol a comer algo mientras nos refugiábamos del calor, y como a unos 100 mt se cruza otro animal y Carlos me dice “– es un puma ... pero qué va a ser un puma, con lo difícil que son de ver, no vamos a tener justo tanta suerte, viste cualquier cosa”. Cuando acercó el auto hasta donde se había atravesado, miro a la derecha y aunque ya las ramas del monte al que se había metido lo cubrían parcialmente, lo pudimos ver mientras se alejaba, con su pelaje pardo, larga cola, andar esbelto y orejas redondeadas, era un pumita nomás! Se imaginan que queríamos saltar del auto para seguirlo, pero como la intención era almorzar y no ser el almuerzo de nadie, nos contuvimos.
Luego paramos también frente a un río, para apreciar más de cerca a los yacarés que estaban a la espera de obtener algún bocado de los turistas que, alojados en la posada de turno, se entretenían pescando pequeñas pirañas con trozos de carne roja. Y ahí tuve un encuentro cercano del tercer tipo cuando uno de estos prehistóricos animales luego de fallar en el intento de apoderarse de la carnada de un atento pescador que la retiró en el momento justo, comenzó a mirarme y hasta diría que, si no les fuera físicamente imposible, se relamió y me guiñó un ojo. Así que foto en primer plano de este simpático ejemplar y a seguir viaje, no fuera a ser que se me rompiera justo en ese momento la baranda del muelle y el bichejo terminara comiendo carne argentina.
Después y casi de casualidad, encontramos un senderito que salía desde otro eco-lodge, y por las dudas nos mandamos. Era una pasarela que pasaba por encima de un pantano y que luego se iba internando más y más en el mato hasta llegar a una torre de madera, desde cuyo punto más alto se podía apreciar todo a nuestro alrededor. Para esto ya estaba cayendo el atardecer, así que los colores tornasolados y las sombras de los enormes árboles, hacían que todo el paisaje cobrara una nueva dimensión. En este paseo a pie, nos encontramos varios carpinchos, monos, coatíes, agutíes y hasta un oso hormiguero gigante, y por supuesto, miles de aves, de todos los tamaños, formas y colores. Desde tucanes, loros, ararás, elegantes garzas, pequeños colibríes, carpinteros, martín pescador, y uno de los símbolos del parque, el tuiuiu un ave que llega a medir 1,60 mts de altura!!! Y tantos, tantos otros, que hasta los benteveos pasaban desapercibidos. Y como broche de oro, a la salida, vimos un ciervito dama bebé, un bambie, bien peque, que había quedado huérfano y se lo estaban por llevar a un refugio. Nos quedó pendiente el jaguar que quedará para la próxima. Fue un día completo de Animal Planet, pero en vivo y en directo! 
No saben que sensación que produce ver tantos animales salvajes moviéndose libremente en su medio ambiente y poder ser parte de eso. Queda un poco a trasmano de las espectacuares playas tropicales que caracterizan a Brasil, pero les aseguro que vale la pena el trayecto...tal vez los que vayan a los partidos que se jueguen en Cuiabá tengan la oportunidad de conocer este destino maravilloso, si es así, aprovéchenla!!!!

Nota: desde el estado de Mato Grosso do Sul, también se tiene acceso a otro sector de esta reserva, que es en realidad el portal más concido, por su cercanía a los principales centros emisores.

1 comentario:

  1. Envidiable la experiencia que están teniendo!!!

    Quiero mas información!!!!!

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