Tantos kilómetros...porque encima hay que sumarle que las rutas tienen un tope o lomo de burro en promedio cada 5 km, sí, en medio de la ruta... claro que siempre está la opción de las autopistas que están geniales pero que te salen un ojo de la cara, así que nuestra opción, como siempre, la baratinha!
Y
vamos igual?...y ya estamos acá...vamos! … Y fuimos....Les puedo
asegurar que hubiese sido un pecado perderse este Patrimonio Cultural
de la Humanidad nacido como lugar de paso del Camino Real entre Nueva
España y las minas de plata de tierra adentro allá por el 1500's y algo.
La
ciudad, que fuera clave en la gestación de la Independencia de México, se encuentra situada en un extenso valle y es BELLÍSIMA.
Tiene lo mejor de cada ciudad colonial que visitamos. Las calles y
veredas revestidas en piedra de cantera de un gris oscuro con
tonalidades rojizas, que dan un aspecto aún más antiguo a los
edificios que componen el centro histórico. Las plazas con hermosos
jardines y las plazuelas con sus monumentos y fuentes, todas
conectadas por peatonales (andadores) o callejuelas de suaves
pendientes. Barcitos y restaurantes con sus mesas afuera bajo las
arboledas decoran cada esquina. Gente tranquila y amable, recorriendo
cada rincón. Abundan los museos, iglesias y casonas con los más
variados estilos de construcción, todas con sus fachadas en ocres y
pasteles. Cada pieza hace que el conjunto urbano, de gran riqueza
arquitectónica, parezca hecho de un solo trazo.
Y
los alrededores, llenos de parques, boulevares, miradores, casas
modernas, barrios elegantes y una majestuosa obra de ingeniería
construida durante la primera mitad del Siglo XVIII: El Acueducto.
Este destacado símbolo de la ciudad que aún funciona para abastecer
algunos parques públicos, cuenta con más de 70 arcos que llegan a
medir 23 mt de altura y tiene una extensión de 1300 mt de largo,
cortando literalmente la ciudad en dos.
Y
esto sólo en la capital del Estado.
De
ahí nuestro camino viró hacia Peña de Bernal, “Pueblo Mágico”,
denominación que México le da a sus poblados más pintoresco y con
contenido histórico. Un lugar detenido en el tiempo y custodiado por
el gran peñasco que le da su nombre (el 3ro más grande luego del
Peñón de Gibraltar y el Pan de Azúcar en Río); como salido de un
cuadro.
Los
paisajes en las rutas y los pequeños poblados con sus iglesias nos
recordaban un poco a ciertas zonas del norte argentino. Serranías y
caminos sinuosos en un clima semidesértico, con algún río casi
seco que termina en algún embalse escondido entre las quebradas. Los
cardones del jardín botánico de Cadereyta, uno no puede creer que
este ambiente sea tan rico, con tantas especies de crecimiento tan
lento, de las más variadas formas y tamaños.
Hacia
el noreste, la Sierra Gorda marca la división del desierto y los
bosques húmedos, con sus cascadas y templos franciscanos. La pequeña
localidad de Jalpan es el lugar ideal para tomar como base de esta
parte del recorrido.
Volviendo
hacia el sur, la ruta del queso y el vino, con su sede en la bonita
Tequisquiapan, con varios tambos y bodegas. Aquí aprovechamos para
visitar un poco de ambos, con degustación incluida, y tuvimos el
privilegio de conocer a la vaca “Castañuela”, llamada así por
su insistente recordatorio de la hora de su ordeñe. Y por si fuera
poco, nos dimos el gusto de comer unos chiles en nogada, plato típico
de Puebla que nos había quedado pendiente. Esto gracias a Tere, del
Balneario San Joaquín (http://www.balneariosanjoaquin.com/)
que nos invitó a quedarnos en su camping.
Así
que muchas gracias Germán por insistir en que visitáramos tu
querido Estado, y por toda la info.
Querétaro es un
lugar muy especial para conocer.
Que placer conocer tu blog, Sabrina [e Carlos]!!! Voy a incluirlo entre los links sugeridos en el mio.
ResponderEliminarQue bueno¡¡ vamos evolucionando ya tenemos un blog donde ir leyendo las aventuras y relatos de esta dupla o trio con el choique.
ResponderEliminarMe alegra mucho que sigan disfrutando como el día en que salieron.
Besos Juan