Nosotros

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Un concepto diferente de hacer turismo

Cuantas veces uno siente la necesidad de romper con las estructuras y hacer algo distinto, algo fuera de lo normal. Cuando por fin uno se anima a ser “un poco loco” y tiene además la fortuna de cruzarse con otra persona con las mismas inquietudes y falta de cordura, pueden surgir cosas maravillosas como lo que sucedió en esta historia.

martes, 5 de noviembre de 2013

GOIAS y BRASILIA


Dejamos las maravillas del Mato Grosso y entramos en el Estado de Goiás entre medio de kilómetros y kilómetros de blancos mantos de campos de algodón. Por causa de la altura y de las lluvias, existen en toda la región incontables cascadas, muchas de las cuales se pueden conocer, como en los alrededores del colonial y pintoresco pueblo serrano de Pirenópolis o de la tranquila localidad de Alto Paraiso, muy cerquita del Parque Nacional Chapada dos Veadeiros. En muchos casos vale la pena acampar, ya que cuentan con buenas instalaciones para ello y además esto incluye la entrada a la cachoeira, como la que visitamos nosotros.

Las cascadas van formando pozos de agua a su paso, que invitan un chapuzón para refrescarse del arrasante calor de la tarde, pero como el agua es helada, tras unos minutos de valentía, indefectiblemente uno a uno salimos cual lagartos en busca de los rayos de aquel sol del que quisimos escapar apenas un instante atrás. Y una vez secos y nuevamente acalorados, se reinicia el círculo vicioso que dura hasta el inicio del ocaso, momento en el que el aire se va templando y comienza la peregrinación desde los cursos de agua hacia el barcito del lugar, para escuchar una música en vivo que va amenizando la tarde, con alegres sones de samba y otros “jeitos”. Y por supuesto, nadie con las manos vacías, aún el clima acompaña para degustar alguna cervezinha gelada. Nosotros para no caer en la tentación, nos llevamos el mate, claro está...pero cuando se acabó el agua, bueno, ya conocen el dicho, donde fueres...(1).Ya más entrada la noche, todo el mundo se fue yendo y se fue helando poco a poco, pero nuestros vecinos de carpa, cinco simpáticos brasilienses, nos invitaron a su muy organizado fogón a compartir historias y unas sabrosas carnes asadas, lo que dio un cierre perfecto a nuestro paso por Goiás.
Dentro de estas tierras, hay un área que fue cedida en el siglo XX y que pertenece actualmente a un nuevo estado, el de Brasilia, la capital administrativa del país, íntegramente planificada, construida en menos de cuatro años, e inaugurada en 1960, durante la presidencia de Juscelino Kubitschek. Es un ejemplo de paisajismo, diseño y arquitectura, creada por Lúcio Costa, con el apoyo de Roberto Burle Marx y Oscar Niemeyer. La ciudad fue pensada para que su forma se asemeje a un avión. Las alas son los conjuntos de viviendas y comercios, amplias avenidas, parques y “supercuadras”, claramente organizadas con números y letras, imposible perderse. La cabina es el centro de la ciudad, donde se destaca una larguísima explanada pastizada, a cuyos lados se erigen los edificios de los ministerios. Hacia el final, el parque va cayendo en un suave declive, dando paso a los tres poderes, y culminando con la postal típica de la ciudad, el Congreso Nacional, con sus altísimas torres en el centro y sus partículares cámaras a los lados, con forma de cúpulas o tazones, una hacia arriba, cóncava, invitando a la participación e integración, destinada a los Diputados, y la otra hacia abajo, convexa, destinada a los Senadores, promoviendo la reflexión. Todo el conjunto arquitectónico como proyecto es muy interesante, y en la individualidad de los edificios, a los marplatenses y en especial a los arquitectos, les recordaría el estilo de “La Casa del Puente”, ya que sigue la línea de Le Corbusier.
También está dedicada al arte. Se pueden apreciar obras majestuosas en toda la ciudad, desde las que cuentan un poco de historia, como los murales del memorial Tancredo Neves, a las más modernas, que invitan a la imaginación.
Nosotros además de conocer estos y otros lugares, tuvimos la fortuna de ser recibidos por Jonas, nuestro anfitrión, un tipazo de lo más amable, promotor del buen vivir y presidente de Rodas da Paz. Gracias a su hospitalidad pasamos unos días geniales. No solo nos abrió las puertas de su casa sino que nos guió, nos llevó al teatro y nos presentó a su hermosa familia y a sus copadísimos amigos, todos de lo más generosos, como Renato, del Bar Senhoritas, que nos invitó con buen vino y poesía, María Claudia, con su desayuno gourmet, Swai, que nos regaló su cuchillo sevillana, Adriana, una artista de lujo que nos dió un recorrido por su galería personal y Zoraide, una mujer fascinante, que como buena madre, nos alimentaba a cada visita, siempre acompañada de una interesantísima charla.
Y como siempre es la gente la que marca la diferencia, si me preguntan, la pasamos tan lindo en Brasilia que para mí es una ciudad que vale la pena conocer.

(1) Donde fueres haz lo que vieres

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