
no de las más conocidas, por lo que fue genial caminar casi solos entre los muros y los frisos trabajados. Se ingresa a la ciudad amurallada a través de un arco maya, que da paso a una serie de edificios y plazas. Desde lo alto de “La Acrópolis”, uno de los edificios más grandes aún en pie construido por los mayas en la Península de Yucatán, se contempla todo el predio, enmarcado en un maravilloso entorno natural. En sus diferentes niveles, se aprecian las más magníficas figuras de estuco, que reproducen imágenes únicas, como las fauces del monstruo que custodia la entrada del inframundo, junto con representaciones de guerreros o guardianes alados.

Ya repuestos, partimos hacia una de las siete maravillas del mundo moderno, Patrimonio de la Humanidad, las ruinas más famosas de México: Chichen Itzá. Lo ideal es llegar bien tempranito, para evitar el calor abrasador del medio día y los grandes grupos de turistas que llegan desde Cancún y Playa del Carmen. El predio es uno de los más grandes por lo que lleva un buen tiempo de recorrido, aunque por cuestiones de conservación todas las construcciones están alambradas para evitar el ingreso, por lo que no se puede subir a ninguno de los edificios, como sí se puede en otras ruinas menos masivas.

Terminado el tour, justo en el momento que llegaban todos los micros de excursión, nos escapamos del calor y de la gente rumbo a Mérida, capital del Estado. Esta ciudad también colonial, muy pintoresca y atractiva, cuenta con varios edificios de interés que se pueden conocer en una visita guiada gratuita que organiza la Secretaría de Turismo. Este sector de México, de los primeros en ser colonizados, tuvo durante muchísimos años mucha más relación con las islas del Caribe que con el resto del país, debido a su posición geográfica, por lo que sus rasgos culturales son muy diferentes al de otros estados mexicanos. La influencia francesa se vislumbra en sus construcciones y paseos, detalles de balcones en hierro holandés y escaleras en mármol italiano, elementos traidos por los pobladores más adinerados que viajaban al viejo continente en la época de opulencia, definen sus características europeas. La cultura se respira en esta bella ciudad, cada noche en algún rincón o alguna plaza, hay muestras de música y danza. Ellos mismos se jactan de ser los más románticos, los más caballerosos y de tener los poetas y cantantes más apasionados. Los trajes de un blanco inmaculado con coloridos bordados para ellas y las guayaberas para ellos. Los sombreros de henequén y las flores en el cabello, completan el panorama. Y esto no es solo un show para turistas, así se los ve vestidos a diario, o al menos a los más tradicionales. Por supuesto los hombres ceden el paso y saludan quitándose el sombrero y las mujeres se distinguen por su amplia sonrisa. La amabilidad debo decir, es lo más destacado en la región. Y no me puedo olvidar de la imperdible comida yucateca, el tour gastronómico es obligado en Mérida, aunque en lo personal tuve un pequeño traspié, volvería a probar con todo gusto todos los ricos platos regionales.
Nuestro último tramo incluyó la Ruta Puuc, un paso fugaz por el camino que pasa entre medio de pequeños poblados perdidos en el tiempo, intercalados con las ruinas de Uxmal, Kabah y Labná, entre otras.
Lindos recuerdos de Yucatán, parte de ellos recorrido con nuevos amigos que dan los viajes, en esta vuelta conocimos a Ana, otra argentina trotamundos, Miguel, el madrileño buscavidas y Carlos, el artista colombiano que viaja por América esparciendo su música; un saludo especial para ellos.
Ojalá no se hayan aburrido mucho... nosotros lo disfrutamos tanto!
Un beso muy grande
Sabri, Carlos y el Choique!!!!
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