Un concepto diferente de hacer turismo
Cuantas veces uno siente la necesidad de romper con las estructuras y hacer algo distinto, algo fuera de lo normal. Cuando por fin uno se anima a ser “un poco loco” y tiene además la fortuna de cruzarse con otra persona con las mismas inquietudes y falta de cordura, pueden surgir cosas maravillosas como lo que sucedió en esta historia.
Veracruz
Dejando Tabasco pasamos al
extenso Estado de Veracruz, ingresando por la ciudad costera de
Coatzalcoalcos y desviándonos hacia el interior para conocer otros
caminos. Llegamos así a Catemaco, ciudad de brujos y sanadores, situada
al borde de la laguna homónima y rodeada de cerros con sus veinte y
pocos mil habitantes, ideal para descansar y relajarse luego de tanto
stress!!!
Hay muchas opciones para entretenerse, en especial
navegar en la laguna, aunque nosotros nos conformamos con unos mates a
la orilla. Desde aquí se pueden visitar varias cascadas y playas, todo
enmarcado en la rica Reserva Biósfera de los Tuxtlas, antigua región
Olmeca, civilización que se considera la base de las culturas
mesoamericanas, famosa por sus esculturas de cabezas gigantes talladas
en piedra.
Y llegamos a la cuatro veces heroica Villa Rica de la
Verdadera Cruz, hoy Veracruz, como lo hiciera en su momento Hernán
Cortés, solo que un poquito más cómodos y sin espadas!! Como entramos
por el sur visitamos primero Bocas del Río, una ciudad satélite muy
“chic” que creció tanto que quedó pegadita a nuestro destino. Bordeando
toda la costanera, llegamos al centro. La más antigua resultó ser de las
más modernas, con altos edificios, anchas avenidas y un puerto con
muchísimo movimiento mercantil. Pero algunos vestigios quedan de los
siglos pasados, en especial alrededor de la plaza de armas donde todos
los días hay algún evento al aire libre, donde los veracruzanos con sus
mejores galas se ponen al bailar al son de una música con estilo
caribeño. Y claro, como buena ciudad portuaria fundada en el siglo XVI,
tuvo las más variadas influencias culturales hasta conformar al típico
“jarocho”: africana, por los esclavos traídos para trabajar; cubana, por la cercanía con la isla; europeas,
por los inmigrantes de distintos países del viejo mundo que buscando
una vida mejor, entraron por aquí y decidieron quedarse; más los que ya
estaban, un verdadero “crisol de razas”. Salvando las distancias, una
historia migrante muy parecida con la de Buenos Aires.
En los alrededores aún quedan algunos edificios con
amplias recovas y restos de algún fortín que fuera parte de la antigua
muralla que ya no existe. Frente al puerto, el Fuerte San Juan Ulúa, que
quedara unido al continente por las escolleras del puerto. La
construcción de esta reliquia se inició en 1535 y no solo sirvió como
protección de barcos y defensa contra el ataque de piratas, sino que fue
centro de luchas por la conquista de México en varias ocasiones e
incluso funcionó como cárcel, una de las más terribles, en donde estuvo
preso el mismo Benito Juarez.
Y aquí nos dimos unos ricos gustitos: un típico pescado a la veracruzana y un buen arroz a la tumbada, a los que siguieron una caminata por el malecón, el imperdibe “lechero”
o café con leche de La Parroquia y visita al museo de la ciudad para
conocer en más detalle la historia. Dejando atrás la ciudad, nos hicimos
una escapadita más al norte, hasta llegar al pueblo de Villa Rica:
Según los datos que se exponen en el museo que visitamos, Veracruz
sufrió cuatro fundaciones diferentes. La primera y la cuarta y
definitiva en el lugar que ocupa actualmente, la segunda unos 70 km más a
norte en donde hoy se encuentra Villa Rica y la tercera entre medio, en
la actual ciudad de La Antigua. En
las playas de Villa Rica, se estima que fue el lugar en que Hernán
Cortés estableció contacto con las tribus totonaques, que habían sido
sometidas por los Aztecas, y decidiera entonces una estrategia para
enfrentar a Moctezuma. Es aquí también donde decide desarmar sus
embarcaciones para evitar el abandono de sus hombres. Desde aquí se
pueden visitar las ruinas de la antigua ciudad totonaca de Quiahuiztlán (el lugar de la lluvia) en
las laderas del Cerro de los Metates. Si bien no quedan rastros de esta
parte de la historia, las ruinas, las playas y las vistas son dignas de
una escapada.
Este desvío hizo además que pasáramos a conocer la
capital del estado, la ciudad de Xalapa, entre medio de cerros que
definen su diseño, muy bonita por sus jardines y parques, pero como toda
capital, muy bulliciosa y agitada, por lo que al día siguiente nos
fuimos a la tierra de la Talavera, pero eso queda para la próxima
entrega. Un beso muy grande y como dijera Les Luthiers, sigan
siguiéndonos!!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario